Por José Núñez.
Ojo, parece que está pasando desapercibido o no se ha sopesado a profundidad en la sociedad dominicana y especialmente entre los partidos políticos, los impactos que indefectiblemente van a provocar los resultados de las elecciones a nivel municipal en la escogencia del próximo presidente de todos los dominicanos y a nivel congresual.
Es muy lógico suponer que en las provincias, municipios, distritos municipales, secciones y parajes, o donde quiera que se vaya a seleccionar un alcalde, cuando éstos hayan ganado o perdido, en esa misma medida va a impactar en los ánimos de ellos mismos y de sus correligionarios para integrarse a las jornadas que vendrán antes y durante el tercer domingo de mayo de 2020.
Es decir, a los tres meses de haber seleccionado a los alcaldes y regidores en todo el país (16 de febrero de 2020), se va a escoger el jefe del Poder Ejecutivo o Presidente de la República y al Congreso Nacional, entiéndase, a los diputados y senadores, para el período 2020-2024.
O sea, va haber una relación en los resultados de las votaciones municipales, que si no son directamente proporcionales, será significativa para los resultados finales en las elecciones nacionales del nivel presidencial y del Congreso.
Por lo tanto, los candidatos oficiales para las diferentes alcaldías a nivel nacional, deben ser bien seleccionados en cada uno de los lugares del país donde corresponda o exista un aspirante municipal a alcalde o para ser regidor o suplente en cada uno de esos cargos electivos.
Esta situación que estamos exponiendo, desde que se expanda la voz de alarma y se haga conciencia en los militantes de los partidos políticos, veremos que será un tema de debates, y es así porque de estos resultados, aunque no va a depender necesariamente la victoria del candidato Presidencial, pero lo que no está en discusión es lo significativo de sus influencias para los militantes y los votantes en los datos finales de las elecciones de mayo de 2020.
Y como la actividad política requiere de dosis importantes de entusiasmo y motivaciones, en todos los lugares donde se haya derrotado o perdido una alcaldía, con qué bendito ánimo, interés o esperanza van a integrarse los candidatos perdedores y sus seguidores al intenso trabajo militante electoral de esos noventa días finales para las elecciones presidenciales y congresuales de mayo?
La percepción favorable y justificada sobre los partidos vencedores en mayo de 2020 va a imponerse sobre los derrotados después de los resultados municipales de febrero de ese mismo año.
Tampoco no será nada fácil ir a motivar las masas para ese trabajo electoral de la etapa final, el golpe de la derrota podría ser muy fuerte para reponerse en pocos días, y además, sus esperanzas están más cifradas en los empleos municipales que en los del Gobierno Central.
No debemos pasar por alto que en las mayorías de las provincias del país, las principales fuentes de empleos están en los ayuntamientos que dirigen los alcaldes, y si desde la oposición se pierde o no se gana esa plaza, es un golpe mortal a esa organización política.
También va a ser inevitable que lleguen las quejas de los candidatos que fueron derrotados, muchas de las cuales serán justas y otras no como pasa generalmente en esos procesos, y cuando éstos hayan perdido por pocos márgenes, ahí es que «la pintura se pone dura», lo que obviamente es un desincentivo mortal para integrarse a realizar los trabajos electorales en «la curvita de la Paraguay» y el día D, o de las votaciones.
Un detalle de vital importancia, esos candidatos a las alcaldías que son derrotados al junto de algunos de sus regidores, muchas veces son los líderes y los que financian gran parte de la campaña en su partido, y si han quedado quebrados financieramente, con deudas por doquier, lo poco o mucho que les puedan facilitar institucionalmente, también es un riesgo muy alto ponerlo en sus manos.
Lo expuesto anteriormente es otro potencial aditivo nefasto para poder incrementar y hasta mantener las votaciones de mayo del año 2020 al partido del o de los derrotados en esas provincias y comunidades.
Entre las quejas que se harán por parte de los que han perdido justificadamente o no, oiremos entre otras; no se me entregaron los recursos suficientes ni a tiempo, el candidato principal no vino y priorizó a otros (a sus amigos, al que era o son de su tendencia), negociaron mi alcaldía por otra, y la queja típica que nunca se queda, me hicieron fraude con la compra de votos o alterando las actas…
Evidentemente, el partido que está gobernando y pierde la plaza de una alcaldía en una coyuntura inédita como la que se va a presentar el 16 de febrero de 2020, la frustración puede ser menor porque el que está en el Poder posee mecanismos de cómo y dónde emplear parte de ese personal que sería desplazado por los nuevos inquilinos.
Este es un aspecto que deberían comenzar a evaluar las diferentes organizaciones políticas que van al proceso electoral de mayo de 2020, y esto debe ser así, fundamentalmente en las organizaciones políticas mayoritarias del país.
En definitiva, el que gane las alcaldías en las cuatro o cinco provincias más grandes electoralmente hablando o en términos de votantes, es una señal muy positiva de que será el partido victorioso en las elecciones que se harán dentro de los próximos tres meses de ese año (en mayo de 2020).